Wilma versus Vilma
Aquí pasando frío y eso…maaadreeeeeemiiiiiiaaaa y que luego haya gente que diga que no hay cambio climático, no sé dónde vive esa peña, en la realidad no, desde luego. Os he echado de menos, que lo sepáis. Aunque no haya publicado os he tenido en mente.
Lo de siempre, que he estado más liada que la moto de un hippie de los años 70 en Ibiza. Sin exagerar ni un ápice. Ya me conocéis. Tenía varios temas de los que quería escribir, sobre el que va a versar este post, está elegido. El título lo dice todo aunque aún no lo entendáis. Esa es mi tarea, haceros entender.
Deciros que, afortunadamente, de la última parte de la cuarentena y las fases, apenas me he enterado. He estado ocupada mayormente con dos cosas, tema mudanza, y tema gatos.
Tema mudanza: resumo brevemente, acabo de hacer mi octava mudanza, sí, habéis leído bien, octava SIN contar las de los años universitarios. Confieso que las conté varias veces porque me parecían una barbaridad, pero sí. Los ingenieros hasta 10 llegamos sin calculadora, mucho más no, la verdad.
Entre preparar la casa nueva, dejar la vieja, organizar mudanza, hacerla, comprar muebles durante la pandemia, limpiar, tirar cosas, etc., pues eso, mucho, mucho, mucho lío.
Tema gatos: os voy a hablar de uno, bueno, más concretamente de una, pero desde primeros de año, no paran de mandarme gatines, de una forma u otra, que barbaridad. He ayudado a unos cuantos a encontrar su hogar en lo que va de año, pues mira, más que mudanzas ya…
¡Son tan bonitos!, como será la cosa, que una amiga se metió en mi Facebook, y me preguntó si tenía una protectora o trabajaba con Ringana, porque parecía más lo primero que lo segundo, jejejejeje.
Les doy difusión, y los que me tocan de cerca me ocupo de ellos en lugar de mirar para otro lado. El caso es que desde el año pasado yo le llevaba de comer a una gatina aquí en mi pueblo, la llamaba la gatina de la noria, porque ella siempre estaba en un parque cercano, subida en una noria de esas ornamentales de agua.
Más gente le llevaba comida, no era la única. El caso es que al principio iba cuando me cuadraba de paso, y poco a poco me dio cosa que se quedara algún día sin comer, y ya empecé a ir aunque no tuviera que pasar por allí. Esa empatía mía….
En las Navidades le encasqueté “el mandao” a mi padre que estaba por aquí, y un día me viene con la siguiente historia. Resulta que era una gata casera, lo parecía porque se dejaba acariciar, había tenido dueña, una señora del pueblo con la que había vivido toda la vida, a esa señora se la llevaron a una residencia, y la familia bueno, fuese por descuido, dejadez, o intencionado, prefiero pensar que esto último no, el caso es que la gatina acabó en la calle.
No lo entiendo, sinceramente, búscale otro hogar. Cuesta taaaaaaan pocoooo. En fin, allá la conciencia de cada uno… Llevaría entre año y medio o dos años en la calle la pobre. Menos mal que estaba esterilizada.
Cuando mi padre dijo de quien era la gata, salta mi madre y dice, “ahhh, pues que sepas, que se llama Vilma como la nuestra”, a mí me hicieron las orejas tras, tiesas que no veas, zasca nivel Dios del Universo…“bueno sí, de qué”, “sí, sí, un día hace muchos años esta señora me preguntó que cómo se llamaba la gata, que sabía que teníamos una, le dije el nombre, y le gustó tanto, que dijo que a la suya la iba a llamar igual”.
Mira, no me llegaba la camisa al cuerpo. VILMA era una gatina que le regalaron a mi hermana en la universidad, vivía con nosotras dos, luego se vino conmigo a Madrid, y cuando empecé a viajar mucho por trabajo, se la encasqueté casi sin preguntar a mis padres, porque la pobre pasaba mucho tiempo sola, todo el día mínimo más viajes. Murió en el 2012 con 17 añazos, una campeona.
No fui a despedirme de ella cuando murió, y es una pena que me ha acompañado hasta estos días. Yo ya estaba muy jodida entonces, aun no había escuchado las palabras mágicas, candidiasis ni lyme, peeerooooo la sintomatología ya se había desbordado, en fin, estaba hecha un puto cromo.
Cuando mi madre me dijo que la gatina estaba muy malita, terminal, me dolió mucho, y dije “voy a verla este fin de semana y me despido de ella”, lo verbalicé en alto, pero no lo hice. El esfuerzo que me suponía el viaje en autobús hasta Alicante, un viernes para volver un domingo era ímprobo con mi situación física de entonces.
Me dejé guiar por la razón y no por el corazón. Vilma murió el martes siguiente. Siempre me quedó la cosa de que ella me esperó, y luego ya no pudo más.
Lo he trabajado, pero, sinceramente, nunca me he sentido bien por ello. No fui coherente, y falté a mi palabra. Diecisiete años acompañándome bien merecían el esfuerzo de ese viaje, creo yo. ¡Qué dolor, sentir que la has cagado, y no tienes una segunda oportunidad!.
Segunda vez que me pasa. La primera fue con mi abuela materna. Duele igual. Al menos a mí. Todo depende del vínculo que te una, y de lo que el otro ser signifique para ti. Como podéis ver, mucha CAUSALIDAD, y yo aun así me hice la loca. Dejé pasar el tiempo.
Os recuerdo, era Navidad, yo tenía apalabrado un hermanito para mi Gemmita, de sus mismos padres, para que se hiciesen compañía, pero cada vez más me rondaba esta gatina por la cabeza, si hubiese tenido otro nombre, le hubiese buscado un hogar, seguramente no me la hubiese quedado yo, pero con ese nombre, y la historia que os acabo de contar…¿qué otra cosa podía hacer, que no fuese cogerla y llevarla para casa?.
En plena pandemia, iba a llevarle comida dos veces al día, estaba a 100 metros de casa, y solo de pensar que iba un día y la gatina no estaba, se me encogía el corazón. Un día llovía un montón, la pobre me salió empapada de debajo de un tobogán para comer, dije a tomar por culo, la trinco y para casa, que sea lo que Dios quiera. Si va mal, siempre le puedo buscar otro sitio donde vivir.
Era la tarde del viernes 17 de Abril cuando tomé la decisión. Al día siguiente fui con el transportín, se dejó coger a la primera, no dijo ni mu, ni miau, ni nada el angelito. La trinqué, y para la casa nueva. Aunque la casa estaba vacía, y la pobre iba a estar allí solina hasta que la viese el veterinario, mejor que en la calle fijo que iba a estar.
Que trajín, reventada estaba yo, porque antes era solo llevarle de comer y en 5 minutos vuelta a casa; ahora iba a verla lo mismo un par de veces al día, pero me quedaba un rato grande para hacerle compañía. La pobre estaba en un sitio extraño, sola, y fuera de su entorno de los últimos tiempos. No sabía usar el arenero, su antigua dueña debía tener patio, se la veía asustadina, bueno, bueno, bueno, demasiado bien ha ido.
Además del nombre, le acompaña otra historia, intensita también. Es una gatina especial, como todo lo mío. Ese 17 de Abril cuando yo tomé la decisión, ocurrieron dos cosas más: esa noche, hice por primera vez un protocolo de meditación muy potente, y falleció una buena amiga mía.
Me enteré al día siguiente, justo cuando acababa de recoger a la gatina y estaba con ella en la casa nueva me llamaron y me lo dijeron. No me lo esperaba, estaba en shock total. No fue por Covid, le tocaba, y le tocaba.
Pedazo sofocón que me llevé. Había hablado con ella hacía pocos días, y había sido su cumple hace relativamente poco tiempo, recordaba que la había llamado para felicitarla; lo miré en su ficha de cliente, tenía 52 años, y su cumple había sido el 15 de Marzo.
Total, que esa semana, entre una cosa y otra, como iba a llevar la gatina al veterinario, yo pensaba que alguna fecha de cumple había que ponerle, pero claro la fecha de recogerla coincidía con el fallecimiento de mi amiga y como que no me apetecía, dije «bueno, pues si eso le pongo el cumple de Carmen como algo simbólico, mejor cumpleaños que muertes, digo yo».
Un pequeño homenaje a una tía cojonuda. Luego pensaba, pero yo, para qué me rayo, mira que me caliento la cabeza. Que andas pensando en buscarle un cumpleaños a la gata, con todo lo que te traes entre manos. Esas cosas que se me ocurren a mí, yo que sé.
Y ahí lo dejé, sin más. Sí, sí, sin más…sentaros que os vais a cagar. Hablo con la veterinaria, le cuento la película de la antigua dueña, y se acuerda que ella le había castrado una gata a esa señora hace mucho tiempo, “búscala en la ficha que es esta”, “anda, anda, cómo va a ser”, “búscala que sí”.
Y allí estaba, WILMA (con w en lugar de con un v como le pusimos a la nuestra) castrada en octubre del 2009, nacida en marzo de ese mismo año. Marzo. Cuando me dijo marzo, yo, ya, flipé un poco bastante. Estaba un poco desbordada por toda la parte emocional, demasiadas cosas, demasiado intensas, demasiadas casualidades/causalidades. Estaba agotada y no le dí más vueltas. Llevé la gatina al día siguiente para que la explorase, vacunase, etc.
Cuando la voy a buscar a las pocas horas, me da la cartilla me dice que todo ok, que está perfecta, y más para sus 11 añitos, y me dice, “le he puesto fecha de nacimiento el 15 de marzo, como solo sabemos el mes, pues a la mitad, ¿te parece bien?”, imaginaros mi cara por un momento. Me quedé… catatónica. No sé ni como atiné a gorgotar “me parece perfecto; no se me ocurre una fecha mejor”. Y sonreí.
Por si tenía alguna duda de que esa gatina tiene un vínculo conmigo, no tiene uno, tiene dos. Y muy fuertes ambos. Yo en mi ignorancia supina, dí por hecho que con todo este percal, Gemmita y Wilma se iban a llevar genial desde el principio, porque si no, no me la hubiesen mandado. Bendita ignorancia, la madre que me parió, que rato, que rato hemos pasado, vaya dos meses.
«Pa’habernos matao”. Yo es que parezco nueva, de verdad. El gatín más inocente no puede ser, él fue a acercarse para jugar con ella el primer día que los junté, ay amiga, la otra le metió un bufido y le echó la pata, menos mal que anduvo listico, del susto se metió debajo de los muebles de la cocina y no salió en toda la tarde. Parece que le estoy viendo, angelito mío.
Claro, él solo conoce besos, mimos, brazos, abundancia, lo que se acuerde de sus padres y hermanos, y me miraba como diciendo “¿qué hace ésta?, no entiendo nada”, acojonado total. No lo voy a alargar, pero que dos meses, el gatín con unos celos enorrrrrmess, hacía mucho que yo no veía a
nadie del sexo masculino tan interesado en mí, aunque sea de otra especie.
Se me quedó en el espíritu de la golosina, mira que es un gatazo, estaba en los huesines, tanto vigilar a la nueva, ni dormía, estaba reventado, todo el día “apatrullando” la casa, tampoco me dejaba dormir a mí, venga a maullar reclamando atención.
Y Wilma, venga a echar zarpazos, el otro corriendo disparado, el gato que no quería nada conmigo, cada uno en un piso de la casa, el gato copiando malos comportamientos de ella, cosas que no había hecho nunca, ella que no mordía, ahora muerde porque copia del gato, mira, hubo días que yo los miraba y decía, pues menos mal que ha sido una señal del Universo y va todo bien porque joder, desde fuera y sin saber…
Y yo decía, mandadme una señal por Dios, así yo no puedo vivir, igual le tengo que buscar otro hogar a la gatina, pero oye, fuera por eso, o porque tocaba sin más, hubo un cambio de actitud en ella que me hizo ver la luz, como al mes o así, y ya hace unas semanas que esto es una balsa de aceite en comparación con aquello. Gracias a Dios.
He de decir que en ningún momento se han enganchado, ni arañado entre ellos, a mí sí, típico, ni se han hecho daño tampoco, que para ser una gata adulta y viniendo de la calle, demasiado bien. Leí en Facebook que un animal adoptado necesita tres meses para adaptarse y hacerse. Se cumplen pasado mañana.
La idea era que se hicieran compañía entre ellos, y creo que ese objetivo está cumplido. No como yo lo visualicé, al menos no, de momento. Pasan ganas el uno del otro de jugar, lo noto, el tiempo dirá.
La realidad es que yo tengo el doble de trabajo, el doble de gastos, el doble de pelos, Dios mío, como una cosita tan pequeña puede soltar taaannnnto pelo, y el doble de cariño para repartir. Con los animales funciona lo mismo que con los niños, paciencia y cariño, afortunadamente tengo mucho de las dos cosas.
El gatín sigue con muchos celos, procuro repartir todo equitativamente, y que no me vea acercarme a la gatina, que luego me pone morros toda la tarde, lo que leéis, muy fuerte. No la deja entrar en mi/nuestra habitación, yo no lo sabía, pero es de los dos, y no sé si no será suya, de él, jajajajja.
Sinceramente, con un cachorrín supongo que hubiese sido un pelín más sencillo, peeeroooo, aunque no sé si he acertado (como ellos no hablan no me pueden decir nada al respecto) compensa verles juntines. Y cuando el otro día por primera vez me vinieron a buscar los dos a la puerta cuando llegaba a casa, mira, mira, mira, fue como…HA MERECIDO LA PENA.
Me va mucho mejor desde que me dejo guiar por mi intuición y por el corazón, aunque el camino sea más raro o dificultoso aparentemente.
Sinceramente, estoy convencida de que me han dado la oportunidad de sanar mi herida con Vilma (aún dolía, y mucho), dándole amor, cariño y cobijo a Wilma. Se lo debía. Es increíble la forma de tejer que tienen allí arriba, luego tú necesitas entender y tomar decisiones, pero te mandan las oportunidades.
Lo del cumpleaños de la gatina con mi amiga fallecida, me supera un poco si os digo la verdad, pero tengo muy claro que el vínculo existe. ¿Para qué?, a día de hoy no lo sé, como suelo decir con estas cosas, “ya lo averiguaré”. Os dejo unas fotos ilustrativas.
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Jajaja, como siempre muy expresiva tú….me partoooo, ya sabes q a mí me sucedió parecido…. tenía una amiga gata y por querer una compañera para ella felina, me lancé a una segunda adopción, y acogí a una señora mayor, muy necesitada…. pensando q sería bueno para ambas…. pero cierto es q siguen sin llevarse, aunque he de decir que se toleran, pero es q la que vino nueva no pone nada de su parte chica….es una señorona de cuidado…y mi Nika se acerca por darle mimos ,y ella ZASCA….en fin…. bueno, para bien o para mal , se tienen ahí, q yo creo q ya es…..un saludo hermosa, y a disfrutar de tu nueva casa y nueva familia también, jjjj